08 abril 2007

La pasión

La primera vez que me lo encontré, o mejor dicho, que él me encontró, andaba yo tirado en alguna esquina. Supongo que en algún callejón del Humedal, o de la calla las putas. No se. Da igual. El caso es que apareció nítido entre toda la luz.

Al principio me acojonó, aunque no se por qué. Porque el tío no parecía nada chungo. Le dije que me dejara, que no tenía nada, que estaba limpio. Él tan solo sonrío y mientras me levantaba decía que me había vuelto a meter más de la cuenta, que me llevaría a casa, que estuviera tranquilo, y cosas de esas.

Ya en casa, en medio del bajón, me ayudo a llegar hasta el váter. Aunque por lo que me fije al día siguiente no llegamos. Le di las gracias y le dije que había sido un tío legal y todo eso. Porqué a mi si me dan una hostia, la devuelvo, pero hay que saber dar las gracias cuando alguien se enrolla. El respondió que estaba para ayudar, que con que todos ayudáramos un poco, otro gallo cantaría. Que razón llevas macho, le dije mientas me quedaba dormido.

A la mañana siguiente, cuando el mono me despertó, empezaba a oscurecer y él ya no estaba. Encontré algunas galletas en un armario y algo de leche. Me comí un par de las galletas y tiré la leche porque olía a mierda.

En una hora estaba en la esquina del City. El hijo puta del Meta y sus dos mariconas casi me hostian, pero como había mogollón de peña por las fiestas le convencí de que si me pasaba, hoy sacaría para lo de hoy y lo de ayer. Al final, mientras huela pasta siempre dice que si, aunque todavía me dijo que me cuidase. Anda y que se cuide tu puta madre.

Volvió a aparecer cuando la vieja se desmayó. Otra vez le veía perfectamente entre todas las formas que corrían. Se agacho sobre la pava y no se que cojones le hizo que se levantó y se fue o algo así. Me dijo que guardará el pincho y me ayudo a levantarme, aunque no recordaba haberme caído, la verdad.

En casa le dije que el Meta iba a darme la paliza de mi vida. O a rajarme. Que era un cobarde de mierda. Que si tuviera huevos a venir solo le iba a romper la jeta. Él dijo que a este mundo veníamos a pasarlas putas y que no llorase, así que supongo que estaba llorando, que él estaría allí.

Cuando me desperté había varías cajas de galletas y un par de tetrabricks de leche en la nevera. Tenía hambre, así que jalé y bebí ganso. Después me encaminé a la esquina del City. Tal vez el cabrón del Meta estuviera de buenas.

Los muy hijos de puta me estaban esperando, escondidos como perras; ni los vi venir. La primera hostia debió ser con una botella o algo. Cuando pude abrir un ojo, se acercaba, en medio del rojo de la sangre. No quería que viniera. Era un tío de palabra. Lo había dicho y allí estaba. Pero era buena gente. No se si me oyó gritar que se pirara pero el siguió acercándose.

Intenté levantarme cuando el Tracas saco la estaca, pero no podía ni respirar. El muy hijo de puta se la metió hasta el fondo, mientras los otros dos le remachaban la cara. De aquella no salía fijo. Pero a mi me seguía dando aquella sensación de tranquilidad, como la primera vez que lo vi en los Humedales, o en la calle las putas, o donde coño fuera.

Recuerdo haber ido al hospital, de alguna manera. Pero allí nadie me hacia puta caso. Debí encontrar su habitación solo. Y su cama estaba vacía. Estaba desecha y tenia manchones de sangre. Pero él no estaba.

Nadie me decía que había sido de él. Dos enfermeras no me dejaban pasar y luego llego el doctor, un chulo de mierda, que me decía todo subido que me metiera en la cama. Empuje y salí de allí corriendo. Me persiguieron un buen cacho, pero cuando empezamos a alejarnos del hospital se rajaron.

Joder, ¿qué habrá sido de él? Mira, no lo sé. Pero era un buen tío y se la jugó por mi. Paso de que tenga que volver a pasarlas putas por mi culpa. Dejar toda esta mierda, cambiar de aires… Si el salió de aquella, por mis cojones que yo salgo de esta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Puff... qué bueno, cabrón.

Tania-chan dijo...

Plas plas plas, ¡genial!

Guti dijo...

Pues sí que está bien, sí :-)

Muy logrado, buena idea.