21 mayo 2007

Notas de un aspirante a escritor I

El DPD de la RAE dice, en su entrada sobre mayúsculas:

«3.5. Antes era costumbre, en los poemas, emplear la mayúscula al principio de cada verso, razón por la cual las letras de esta forma tomaron el nombre de «versales» (mayúsculas de imprenta). En la poesía moderna, esta costumbre está en desuso.»

ROCH ha hecho esto y esto.

NOTA: al consultar sintáxis, procurar usar algo más actual que la Antología poética de José de Espronceda.

15 mayo 2007

Dos movimientos (El viejo del ChessMaster)


He perdido la cuenta
De cuanto hemos jugado.
Pero siempre vas por delante,
Mi rey siempre acaba bloqueado.

Como hacen los niños
Intento el Jaque Pastor.
Recuerdo estar tan orgulloso.
Cuando me lo enseñaste aquella ocasión.

Jugabas con blancas
Y abriste con un peón.
En solo dos movimientos
Era jaque mate en tu habitación.

El viejo del ChessMaster
Me mira y se ríe.
En este juego solo aprendes tú.
Jaque a la reina;
Que le den al rey,
En dos movimientos sé que voy a perder.

Siquiera puedo hacer trampas
Intentar retrasar un peón:
«Pieza tocada es pieza movida»
Sonríes mirando de reojo el reloj.

Así que avanzo arriesgando piezas.
De nada sirve pensar.
Aunque sea buscando tablas,
Lo justo para poderte besar.

Y sigo ignorando las derrotas
Jugando una y otra vez
Aunque dos movimientos te bastan.
Yo vuelvo a levantar al rey.

El viejo del ChessMaster
Me mira y se ríe.
En este juego siempre ganas tú.
Pierdo la reina.
Tú enrocas al rey.
Y tras dos movimientos he vuelto a perder.

El viejo del ChessMaster
Me mira y se ríe.
Callando, tal vez, la forma de vencer.
Sabiendo de sobra que voy a volver.


A Dani, por una crítica tan buena como reticente.

09 mayo 2007

Hablando en serie: Pa «indie» yo

Definitivamente, me rindo. Toda mi vida he querido estar a la última: que todo el mundo me saludase al entrar al local mas moderno de la ciudad; que las nenas se pegasen por subirse en mi moto; que las nenas se pagasen por subirse en mi... Otra moto. En fin, ser la estrella pop del momento.

Pero nunca me lo pusieron nada fácil. Lo del Comunismo, por ejemplo, estaba guay: no tenias que ir a misa -salvo con una garrafa de gasolina- y parecía que la forma de demostrar que una comunista estaba en la onda era subiéndose en la otra moto de los camaradas.

Pero, joder, tenías que meterte cada tostón entre pecho y espalda que déjalo ir. Es cierto que al final había canción y pincheo popular –tan popular que la mayoría de aquella gente no había ido al tostón previo y sin embargo se había enterado del pincheo-. Pero durante el discurso, había que estar muy atento, por que si te despistabas y se te escapaban las diferencias entre el «sistema de producción» y la «estructura de productividad», luego no te enterabas de quien había matado al ama de llaves.

También lo intenté con el hip-hop, que tenia pinta de ser menos aburrido y las hip-hop-eras parecían guardar una disposición similar a montar en moto. Pero es que cada vez que me ponía a bailar, los del SAMUR aparecían con el desfibrilador al grito de «¡apártense del epiléptico!».

Pero ahora que lo de ser moderno parece pasar por el camino de la cultura, pensé que lo tenia todo resuelto. Estaba claro: había que volverme indie. Así que ni corto ni perezoso, me planté en el local más rabiosamente indie de la ciudad.

Un vistazo rápido fue suficiente para darme cuenta de que estaba fuera de lugar. Como unos quince años por delante del lugar propiamente dicho. A cambio, mis gafas no resaltaban tanto como las de la mayoría de la gente, lo que en aquel momento me pareció algo bueno. Me armé de valor y me aproximé a una chica que así, a bote pronto, debía ser la sobrina de Concha Velasco:

- Hola.
- Hola.
- Mola la música, ¿eh?

Jeje. Eso nunca falla...

- ¿Te gusta La Habitación Roja? -responde ella.

Miro alrededor y me aseguro de que las paredes del local son azul cielo. A ver si va a ser la versión indie del cuarto oscuro... A ver si esta ya quiere subirse en la moto... Jo, si es que tenia que haberme vuelto indie antes:

- ¡Buah que si me gusta! ¡Me pasaba la vida allí si me dejaran!

La tía se ríe. Esto marcha. Aunque parece que quiere seguir un poco con la conversación antes de irnos a la habitación roja esa:

- ¿Y La Casa Azul?

¡Toma ya! ¡Que vamos a su casa! ¡ROCH, ROCH, ROCH, ROCH!

- ¡Más que la habitación roja!
- ¿Más?

Recula ROCH, que la estas pifiando...

- Bueno, mujer, la habitación roja tiene su morbo.

Se ríe de nuevo y dice que soy muy divertido. De aquí a la habitación roja, un paso:

- ¿Y que pelis te gustan?

¡Mierda! ¿Y esto? ¿Qué hay de la casa azul? Bueno, que no cunda el pánico. Es una chica. Apuesta por un valor seguro:

- Las comedias románticas.

¿Pues no va la tía borde, me mira con desprecio y se larga bailando? Yo es que me cago en la cultura...

Pero uno tiene su orgullo y no se rinde tan fácilmente. La cosa fue bien, solo quedaba refinarla. Llamé a mi propio amigo indie a ver que había pasado. Me comenta que el tema no es tan sencillo, que hay cosas que gustan y cosas que no, y que en cine el que parte el bacalao es un tal Curosaba.

El tal Curosaba, que realmente se escribe Kurosawa, resulta ser un chino que hacía películas en blanco y negro sobre chinos. No parecía muy atractivo, pero yo me había propuesto conocer la habitación roja y por mis muertos que iba a conocerla: al sábado siguiente me planté en casa de mi colega a empollarme alguna peli del tipo ese.

La cosa no empieza tan mal. Hombre, esta claro que explosiones y tipos con ametralladoras, pues no. Unos campos mecidos por el viento; tambores de fondo; y columnas de manchones blancos sobre la pantalla que, digo yo, serán algún tipo de metáfora sobre el arroz.

De hecho, se puede echar un sueñecito guapo. Te vas acomodando en la silla; vas entrando en calor; la brisa te mece; los tambores te arrullan...

- ¡RASHOMON!

¡Será cabrón el chino! ¡No va y se pone a gritar Dios sabe que en mitad de los créditos!

Y a partir de ahí, no hay quien pare. Yo estoy muy atento, por que salen y entran chinos y todos me parecen iguales:

- ¿Ese no estaba muerto?
- No, ese es el hijo del Daymio
- Pero si es el de la espada...
- Son Samurais, todos llevan espada...
- ¿Y la del abanico?
- «Ese» es el Mikado...

Y eso que a los tíos les ponen figuritas distintas en los cascos, digo yo que para que los del rodaje pudieran distinguirlos.

Y después de la peli, un poco de formación musical:

- ¿Esta no es la misma canción de antes?
- No.
- Pero si tratan de lo mismo.
- No, esta trata de la vanalidad.
- Ah. ¿Y la otra?
- De la cotidianeidad.
- Ah.

Unas cuantas canciones después, vuelvo a enfrentarme a mi destino. Me pongo la chaqueta de cuando mi padre iba de guateque, que robé de su armario, y regreso a la jungla.

Mismo local. Misma indie. Me ajusto las gafas. Me estiro las mangas de la camisa, me abrocho la chaqueta –solo un botón- y me acerco bailando con los hombros:

- Hola. Estos de Astrud son buenos. Cunde la dejadez que imprimen a la marcada cotidianeidad de sus letras. En cierto sentido, me recuerda al costumbrismo de las películas de Kurosawa -¡Toma ya!.

La chica, se da la vuelta, me mira de arriba abajo y dice con un suspiro:

- Estoy harta de tanto indie.

Al final, ni casa azul, ni habitación roja, ni trastero bermellón. Esta claro que siempre iré detrás de la última.


  • A Dani, «mi propio amigo indie» ;)
  • A Loki por revisar amablemente y sugerir sabiamente.

05 mayo 2007

Sueños: Multicolor - Sabor a papel

Multicolor

He visto la imagen, con claridad,
De la Tierra y los ocho planetas
-o los siete, o los que sean-
reflejarse sobre la Luna.
Y luego desparecer en una explosión
De fuegos artificiales multicolor.

Sabor a papel

Probé todos los rincones de su cuerpo,
Privados hasta los más públicos,
Y todo me supo a papel.
Traición en sueños pagada en la realidad.
Certeza de desconocer el sabor real.